viernes, marzo 21, 2014

La despedida


Antes de salir se detuvo enfrente de la televisión apagada, recordaba todas esas veces en que había estado tirado en el sofá, con el control del aparato en la mano.

También recordó que llevaba un paquete de goma de mascar en el bolsillo de la chaqueta, lo abrió y se metió una pastilla en la boca. La casa estaba llena de silencio, de un silencio doloroso como la nada, solo escuchaba el sonido de sus dientes masticando.

Se le humedecieron los ojos y notó cuán cansado estaba, tenía mucho sueño, pero ya no era como cuando era niño, no podía irse a dormir para despertar luego y encontrarse con que todo estaba ya solucionado. La vida no era realmente así, eso había sido un engaño, un cruel y doloroso engaño como la nada.


Si se pudiera desmayar, pensó, o morir, pero sabía que las cosas no acababan tan fácilmente, no, nunca lo hacían, no acababan ahí sino que se complicaban más, las cosas empeoraban y dolían más, era como escarbar para salir pero en vez de lograrlo, lo único que conseguía era enterrarse más y más de cabeza, por eso se iba.

Ayer



Supongamos que lo único que existe es ésta nada, me digo. Tan solo un consuelo que me intento regalar, tan solo algo que ya perdí. Y si es así, entonces yo sigo sin ser nada, una confusión tampoco, una locura resulta más razonable. Una gran y dolorosa nada.

Cosas imposibles



No puedo dejar de pensar en ti.
No puedo hacer nada más que pensar en ti.
No puedo no quererte.
No puedo borrarte.
No quiero olvidarte. Duele olvidarte.
Duele mucho intentar olvidarme de ti.
Dueles, cala muy hondo en mi corazón tu adiós.

Es verdad lo que dicen, que es una llaga, que es como supurar todos los días por la misma herida, dolor.