jueves, noviembre 29, 2012

Adictos a la escritura. Las palabras prohibidas.


Premonición

Camine despacio hasta alcanzar mi propia sombra, cuando me detuve estaba frente a su casa, con las manos en los bolsillos me  senté observando la ventana de su alcoba, la odiaba por estar tan cerca de mí. Por vivir a una cuadra de mi casa, por asistir al mismo colegio que yo, por conocer a mis amigos, y por saber mí nombre. Odiaba estar ahí frente a su casa, esperando por ella.
De pronto, una voz a mi espalda me sobresaltó.  Era ella, me llamó por mi nombre, estaba tan horrible como siempre, con esos jeans ajustados y el suéter rosa que tanto me ofuscaba, supe que estaba perdido, que jamás podría librarme de ella, de esa caprichosa chica que por alguna maldita razón siempre estaba en mis pensamientos, porque siempre estaba dentro de mi cabeza, tenía malas notas por su culpa, me tachaban de distraído por estar tan pendiente de ella.
Y entonces sonrió, con sus dientes chuecos, los hoyuelos en sus mejillas brillaban bajo el sol del atardecer, y un automóvil pasó a nuestro lado con música de banda sonora a todo volumen, era una balada romántica. Pero no, ella y yo, no podía ser. ¿Cómo? También me reí ante tal idea absurda.
El viento movió su cabello lacio y rubio, algo me invadió, como un temblor, maldita sea, y ella se dio cuenta. Se acercó a mí y me quede paralizado. Incapaz de defenderme porque ella puso su mano en mi hombro. ¡Quién sabe con qué intenciones!
—¡Ya, Ives! ¿Te vas a quedar toda la vida ahí? Vamos, te reto a una carrera hasta la heladería, ¿O es que tu bicicleta está demasiado vieja para correr? — me dijo
—¡No! ¡Vas a morder el polvo! — le grite furioso
—¡Eso quiero verlo!
Y mientras me rebasaba de vez en cuando, note como me miraba, era una mirada tenebrosamente asesina, como si quisiera comerme. Quise correr más rápido. Y quién iba a decirme que diez años después estaría aún más cerca de ella, que cargaría en mis brazos a un bebé con sus hoyuelos y … di gracias a Dios porque mi hijo aún no tuviera dientes, pero entonces ella apareció en el umbral de la puerta y volvió a sonreírme y volví a paralizarme.

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¡Hola! Esta tarde traigo para ustedes el proyecto de noviembre de Adictos a la Escritura.
El reto era hacer un microrelato sobre un tema especial pero sin usar ciertas palabras denominadas prohibidas :) 

Elegí el tema: Un encuentro amoroso, y mis palabras prohibidas eran: pasión, deseo, amor, lujuria y cariño. Ya me dirán ustedes si logre el objetivo.